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Columna: Sharif Laibe

Si vamos a hablar de emprendimiento consciente no podemos dejar de lado un punto que es crítico en este camino, y que determina nuestro éxito o fracaso: El ego del emprendedor. Pero antes ¿Qué es el ego?

En una rápida búsqueda en Google lograrás ver que la mayoría de las definiciones conceptualizan al ego como la sobrevalorización del yo o derechamente se asocia la teoría de psicoanálisis de Freud, específicamente en el “yo” y su capacidad de mediar entre el “ello” y el “superyó”, siendo el primero quién representa nuestra parte instintiva y animal, y el segundo la instancia psíquica que vela por el cumplimiento de las normas morales.

Sin embargo, si profundizamos en esta materia encontraremos que el ego es mucho más que la simple sobrevalorización del yo, y esto lo podemos encontrar en varios autores que ahondan en el concepto, y sobre todo en la piscología budista que expone a las manifestaciones del ego como algo mucho mayor y que muy bien define un maestro que tuve en esta materia como: “La caracterización positiva o negativa de nosotros mismos o de otros”.

Esta definición es, desde mi punto de vista, la más acertada porque abre un nuevo entendimiento de esto que llamamos ego, y aclara que no sólo se desborda cuando nos sobrevaloramos, sino también cuando nos disminuimos como personas, o le entregamos características positivas y negativas a otros. Esto explica porque las suposiciones, juicios, prejuicios y especulaciones son simples manifestaciones del ego. Uno de los buenos ejemplos que siempre recuerdo, es el de un compañero que tuve en el colegio que hasta el día de hoy bromea señalando que el ego de otro compañero es desbordado. Y la verdad es que lo que él hace está más cercano a ello, ya que caracteriza a otra persona desde su mismo ego, por eso cuando escuches a alguien hacer tal juicio pregúntate que tan consciente es quién emite dicha opinión y sabrás de inmediato si se trata de una manifestación del ego o un análisis informado, y para ello debemos saber de estas diferencias.

Es importante aclarar que el ego jamás se elimina, más bien se controla, ya que es parte intrínseca del ser humano. Esto nos hace ver que el ego no es un enemigo o un defecto nuestro, por el contrario, es el elemento que nos permitirá ecuanimidad si lo modelamos y controlamos sin hacer daño a terceros.

Para el emprendedor social es clave tener bajo control el ego, ya que al estar desbordado vamos a tender a sobrevalorar o menospreciar nuestra capacidad, o peor aún, podemos caracterizar de la misma forma a nuestros clientes, y como todos abemos no podemos darnos el lujo de entender de forma distorsionada al mercado. Nuestro deber como emprendedores es ser 100% empático con el segmento que abordamos.

Este tema lo conozco bien de cerca, ya que desde hace un par de años inicié mi interés por este tipo de temáticas, y a medida que iba aprendiendo de aspectos psicológicos y sociológicos descubrí como controlar mi ego y mantenerme en ecuanimidad, un desafío que debería ser obligatorio en el sistema educacional de cualquier país, sobre todo si consideramos que las manifestaciones del ego son unas de las principales causas de los conflictos en el mundo. Para comprobarlo basta con analizar las decisiones de los gobernantes de las últimas décadas para encontrar ejemplos de esto. Dominar el ego nos hace más empáticos, y, por ende, podemos ser más objetivos al establecer análisis sociales y comerciales, y conocer nuestro mercado de una forma más efectiva y representativa, lo que nos permite crear soluciones más eficientes y eficaces.

Sin embargo, es muy difícil acercar esta conversación a las personas, ya que paradójicamente los seres humanos nos sentimos incomodos cuando hablamos del ego, debido a que quedan expuestas nuestras emociones más negativas, como el egoísmo, la envidia, el enojo, la rabia, la pena y la desilusión, entre otras. Para hablar de ego y reconocer nuestros errores hace falta valentía y transparencia, y como sabemos estos dos atributos son muy escasos en la sociedad egoísta e individualista en la que estamos atrapados.

Algunas manifestaciones del ego son:

– Creer que somos superiores a otras personas
– Creer que somos inferiores a otras personas
– Una extensa preocupación por lo que piense nuestro entorno
– Hablar desde la inconsciencia
– Decir que soy “A” y accionar siendo “B”
– Creernos superior al reino animal
– Hablar del ego de otros sin ser conscientes
– Creernos conscientes sin medir nuestros actos
– Pensar que nuestra opinión es determinante en el mundo
– Creer en la permanencia
– No ser autocrítico
– Ejercer culpa hacia uno mismo
– Ejercer la competitividad como forma de vida
– Sostener la vida diaria en el materialismo
– Generar relaciones por interés
– Admirar la riqueza
– Creer en tener o no la razón como factor crítico
– Sentir carencia constante. Querer siempre más
– Necesitar aprobación de terceros
– Especular sobre lo que piensan los demás
– Suponer sin base alguna
– Juicio y prejuicios
– Hablar desde el segundo tipo de ignorancia
– Amar con condiciones
– Decir “Sí sé” cuando no sabemos realmente o “Te lo dije”
– Escapar a los placeres y excesos
– Renunciar a cambiar
– Resignarnos porque encontramos que somos inferiores
– Adoptar el fanatismo
– Creer que somos nuestro pasado y sus errores

La lista podría ser bastante extensa, sin embargo, estas manifestaciones son las que considero críticas si queremos controlar nuestro ego. Si lo logramos hacer podremos desarrollar un emprendimiento mucho más consciente, ya que tendremos control sobre nosotros mismos y al mismo tiempo entenderemos mejor al mercado que queremos abordar.