Actualmente, vivimos en Chile uno de los momentos más complejos de nuestra historia social, y que cuyo detonante es la creciente desigualdad provocada por sistemas poco equitativos y políticas con foco en la economía y no en las personas y su forma de vivir. Como Director de Origo Lab, he recorrido Chile ejecutando programas sociales y de emprendimiento, compartiendo con gente de todas las clases sociales y levantando sus necesidades y requerimientos en terreno, para luego procesar esta información y crear soluciones que precisamente abarquen las problemáticas identificadas.
Esto nos ha permitido como equipo ver con antelación la crisis social antes que ocurriera y analizar con profundidad de dónde proviene y quiénes son responsables de este fenómeno que se expande actualmente por toda Sudamérica, y cómo deberíamos construir una sociedad basada en la colaboración y el respeto mutuo.
Desde el 2017 incluimos en nuestro propósito aportar al desarrollo de una sociedad más justa, promoviendo la conciencia para un medioambiente sustentable, por medio de programas de emprendimiento e iniciativas innovadoras, con la educación como eje de cambio, fomentando el amor, la creatividad y la libertad.
Desde ese tiempo a la fecha fue que decidimos escuchar con atención y empatía a emprendedoras y emprendedores de todo Chile. A partir de ello, puedo afirmar con seguridad que la política partidista nos ha llevado a estos niveles de desigualdad social. Lamentablemente, nuestro país aún no ha despertado: lo hará cuando comprendamos que no podemos seguir confiando en que quiénes crearon este problema puedan dirigir la solución, cuando castiguemos al duopolio con nuestro derecho en las urnas, cuando la empatía permita hacernos comprender que no puedo destrozar el medio de transporte con el cual cientos de miles de compatriotas se trasladan a sus trabajos y hogares. Veamos este cambio social con amor y cariño, como la renovación de nuestras formas de comportarnos, hacernos más conscientes y estables, comprometernos con levantar nuestro país con la paz y el respeto, pero por sobre todo a reformar el concepto que tenemos por «crecimiento personal» y llevarlo al «crecimiento colaborativo», donde antes de subir un peldaño nos comprometamos a no subir solos, a darle una mano al que viene atrás.
Sin embargo, no debemos confundirnos. Los que trabajamos por cambios sociales nunca vamos a promover la violencia como moneda de negociación, porque el pueblo somos nosotros, los que luchamos por la armonía, por el equilibrio de los derechos, no aquellos que quieren todo lo contrario, que es destruir con egoísmo lo que es de todos. Y me refiero con el mismo tenor a aquellos políticos del duopolio que han perpetuado la injusticia social, como aquella minoría que ha aún no comprende el daño que le está causando a los más necesitados con esa violencia desmedida.
Quiero ver a mi país compartiendo, que digan en el extranjero que somos unidos, que es un agrado visitar nuestra tierra, que respetamos el medio ambiente, que somos comprometidos con las libertades de los otros, que fuimos capaces de eliminar el maltrato animal y logramos entender que jamás se disfrazará de cultura, que promovemos el turismo y el comercio justo como si fueran nuestros propios negocios, que comprendemos que el patriotismo no es cantar el himno o venerar una bandera sino más bien dejar de ver al que opina distinto como un enemigo y sobre todo ponernos una meta como sociedad que quiere avanzar, en la que nos comprometamos todos los actores a informarnos a la hora de elegir a nuestros representantes.
«Esta crisis social es la gran oportunidad para dejar en el pasado en sistema tradicional y dar la bienvenida a la era de la colaboración».
Lo que está ocurriendo es nuestra responsabilidad, tenemos a estos gobernantes porque no hicimos valer nuestro derecho de forma consciente. Nos equivocamos como sociedad y es el momento de cambiar la perspectiva y comenzar a construir para todos desde la comprensión y la empatía.
Esta crisis social es la gran oportunidad para dejar en el pasado en sistema tradicional y dar la bienvenida a la era de la colaboración. Sepultemos el individualismo impuestos por ideologías religiosas y políticas, y abramos la puerta a entendernos y entender a otros, dejando de lado los intereses personales y priorizando los intereses comunes, más aún si son problemáticas que limitan el crecimiento de una sociedad feliz.
Queremos contarles que en Origo Lab nos comprometimos con los cambios que la sociedad requiere y por eso construimos los “15 Principios de la Sociedad del Futuro” que nos mueven día a día y que comparto a continuación:
Todo acto debe ser desde el amor y la bondad, de lo contrario no es necesario su existir.
Los animales deben ser cuidados y respetados. Aquel que infrinja daños sobre ellos no merece ser parte de la sociedad.
El medioambiente es el hogar de la sociedad del futuro, siendo la sustentabilidad un factor esencial para el equilibrio de la vida y el surgimiento del amor colectivo.
Los sistemas limitantes, como la religión y la política partidista, son remplazados por estructuras libres del odio, el abuso, la mentira y la desigualdad social.
Las mujeres y los hombres tienen los mismos derechos, deberes y libertades, indistintamente de su orientación sexual, raza y posición socioeconómica.
Los modelos educacionales tienen como fin fomentar la creatividad, el amor y la libertad, remplazando a los sistemas competitivos y egoístas del siglo XX.
Como miembros de la raza humana comprendemos que no somos el centro del universo, sino más bien una ínfima parte de una verdad mucho mayor.
La economía mundial se hace responsable de todos los humanos, entregando gratuidad absoluta a los derechos básicos de salud, alimentación, vivienda y vestimenta.
Es deber de cada ser humano buscar estados de consciencia plena para obtener la felicidad propia y colectiva.
La innovación está al servicio de las personas (y no viceversa), aportando al crecimiento colectivo de la sociedad y el medio ambiente.
La sociedad del futuro vela por una ley realmente justa, cerrando el paso a las interpretaciones inmorales, la verborrea y los intereses personales.
El trabajo es un derecho humano en la sociedad del futuro y es garantizado por el liderazgo del gobierno mundial.
Mujeres y hombres dejan de combatir con armas y protestar con odio, siendo menester la “amorcracia” y la comunicación empática. Aprendemos a escuchar, respetar y amar por primera vez al prójimo.
El cuerpo, el alma y la mente son fuentes de cultivo, por ello la sociedad del futuro promueve constantemente hábitos saludables, la meditación y el aprendizaje infinito.
Somos todos uno, somos tiempo, somos espacio y sobre todo somos amor constante y consciente.